¿Cuantas veces al estar presentes en una conversación, al escuchar algún comentario, al leer los periódicos, o para simplificar, simplemente al interactuar con las personas que nos rodean, hemos llegado a la conclusión, gran parte de las veces de manera apresurada, de que los argumentos que escuchamos no son válidos o no valen la pena debatirlos? ¿Serán cientos de veces, miles, millones?
Sin duda el tema, como todo en esta vida, está conformado por numerosas líneas que se cruzan e intercruzan para tramar esa telaraña. Sin embargo, quiero referirme a una de ellas en específico -seguramente tocando muchas otras para explicarme- que se refiere a la consideración o no de la opinión de las personas según del lugar geográfico en el que se encuentren. Y es que ¿alguien en la China puede opinar sobre Bolivia y hacerlo de manera sustancial?
La validez o no de un criterio según la cercanía del crítico al hecho comentado no creo que sea el indicador suficiente, o por lo menos el más relevante, a la hora de evaluarlo. Y para probarlo no tenemos más que mirar a nuestro alrededor y tropezarnos con cientos de ellos, cada uno proveniente de la información, el conocimiento y por sobre todo la actitud, que llevan consigo cada uno de los seres “humanos” que los expresan.
¿Cuántas veces hemos hablado de un tema con algún “amigo compatriota” o si vamos más cerca, con algún “vecino amigo” y nos hemos dado cuenta de cuan diferentes son nuestros criterios?. Cuántas veces no nos hemos repetido mentalmente “en que mundo vive este… (ponganle el sustantivo adjetivizado que quieran).
Vivir próximos o lejanos a una realidad trae consigo ventajas y desventajas a la hora de analizarla. Respirar cerca o lejos de un terreno, o lo que es lo mismo experimentar otro contexto, acarrea sin duda no solamente diferencias fisiológicas sino también mentales y espirituales. Pero ello no significa que estén divorciados los unos de los otros.
“Nadie podrá entender completamente lo que es la paz hasta haberla vivido como tampoco nadie podrá entender completamente la paz hasta no haber vivido la guerra”
Y tal vez, ni siquiera en este ejemplo radica la respuesta completa. Y es que los entornos se viven según el vínculo que se tengan con éstos; el sufrir por el hambre bien será válido para aquel que es hambriento como también para aquel que lo mira por televisión. ¿O es que acaso no la sufres cuando ves al hambriento? ¿Acaso no la vives cuando te la cuenta?
El hambre y la opulencia y la guerra y la paz existen en todo lado, así como también la política y otros temas; opinar o no, así también como escuchar o no cada uno de ellos depende enteramente de nosotros, individuos. Hagamos o no lo uno u lo otro, vivamos una realidad o a miles de kilómetros de ésta, será el compromiso, aquello que llamo “la voluntad de vincularse”, lo que nos empujará hacia la correcta comprensión o no de la misma; hacia el trabajo o no para la superación de ella.
Entonces ¿podemos opinar?, ¿podemos ayudar? ¡Claro que si!
Amar a China, Bolivia o mejor aún a la Humanidad, no significa existir en un determinado territorio; significa ligarse, significa comprometerse; desde pagar impuestos y obedecer la ley, desde la más simple hasta la más compleja; hasta escuchar, respetar y debatir las opiniones que te "rodean"………informarse, conocer y ayudar a los que te “rodean”.
Sin duda el tema, como todo en esta vida, está conformado por numerosas líneas que se cruzan e intercruzan para tramar esa telaraña. Sin embargo, quiero referirme a una de ellas en específico -seguramente tocando muchas otras para explicarme- que se refiere a la consideración o no de la opinión de las personas según del lugar geográfico en el que se encuentren. Y es que ¿alguien en la China puede opinar sobre Bolivia y hacerlo de manera sustancial?
La validez o no de un criterio según la cercanía del crítico al hecho comentado no creo que sea el indicador suficiente, o por lo menos el más relevante, a la hora de evaluarlo. Y para probarlo no tenemos más que mirar a nuestro alrededor y tropezarnos con cientos de ellos, cada uno proveniente de la información, el conocimiento y por sobre todo la actitud, que llevan consigo cada uno de los seres “humanos” que los expresan.
¿Cuántas veces hemos hablado de un tema con algún “amigo compatriota” o si vamos más cerca, con algún “vecino amigo” y nos hemos dado cuenta de cuan diferentes son nuestros criterios?. Cuántas veces no nos hemos repetido mentalmente “en que mundo vive este… (ponganle el sustantivo adjetivizado que quieran).
Vivir próximos o lejanos a una realidad trae consigo ventajas y desventajas a la hora de analizarla. Respirar cerca o lejos de un terreno, o lo que es lo mismo experimentar otro contexto, acarrea sin duda no solamente diferencias fisiológicas sino también mentales y espirituales. Pero ello no significa que estén divorciados los unos de los otros.
“Nadie podrá entender completamente lo que es la paz hasta haberla vivido como tampoco nadie podrá entender completamente la paz hasta no haber vivido la guerra”
Y tal vez, ni siquiera en este ejemplo radica la respuesta completa. Y es que los entornos se viven según el vínculo que se tengan con éstos; el sufrir por el hambre bien será válido para aquel que es hambriento como también para aquel que lo mira por televisión. ¿O es que acaso no la sufres cuando ves al hambriento? ¿Acaso no la vives cuando te la cuenta?
El hambre y la opulencia y la guerra y la paz existen en todo lado, así como también la política y otros temas; opinar o no, así también como escuchar o no cada uno de ellos depende enteramente de nosotros, individuos. Hagamos o no lo uno u lo otro, vivamos una realidad o a miles de kilómetros de ésta, será el compromiso, aquello que llamo “la voluntad de vincularse”, lo que nos empujará hacia la correcta comprensión o no de la misma; hacia el trabajo o no para la superación de ella.
Entonces ¿podemos opinar?, ¿podemos ayudar? ¡Claro que si!
Amar a China, Bolivia o mejor aún a la Humanidad, no significa existir en un determinado territorio; significa ligarse, significa comprometerse; desde pagar impuestos y obedecer la ley, desde la más simple hasta la más compleja; hasta escuchar, respetar y debatir las opiniones que te "rodean"………informarse, conocer y ayudar a los que te “rodean”.
"La realidad de Beirut....¿La sentimos?... ¿Opinamos?...¿Ayudamos?..."
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo. Si bien estar en diferentes lugares geograficos al tiempo de opinar y residir trae una distorsion implicita, no significa que las opiniones no sean validas. En lo que respecta al premio nobel, simplemente considero que entre expresar tu opinion y apoyar una candidatura, la informacion deberia ser lo mas exacta posible para el segundo caso. Esto, porque el que Evo gane o no gane un premio, lastimosamente e indirectamente puede ser definitivo para las politicas que se apliquen (entiendase enforcen) en Bolivia. No puedes negar que su gobierno se ha venido basando tanto en su papel de dirigente sindical (el cual nunca evoluciono a papel presidencial), involucramiento externo y actitud egocentrica. Y si los italianos estan en su derecho de apoyar lo que quieran, estoy seguro que ninguno de ellos vivira en un futuro proximo en Cochabamba o La Paz. Y ahi la contradiccion. Yo , estando lejos, sufro igual o mas que estando alla, porque he vivido ese gobierno, y porque estoy lejos gracias a sus politicas. Esto, considero, me da derecho a estar en contra de que los italianos, que nunca han estado o estaran en Bolivia, generen un movimiento que culmine en honrar a una persona que lo ultimo que piensa es en la paz para su gente (ojo que bolivianos somos todos).
Y a eso voy directamente. Tenemos que informarnos, analizar y opinar.
Si al expresar tu opinión lo haces exponiendo las razones por las cuales lo haces de determinada forma, nutriras de gran manera al debate y así al círculo de la generación de conocimiento.....a la construcción de concensos.
Gracias por el comentario.
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